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Navalito: el sargento que combate la tristeza con una nariz roja

Publicado el 18-05-2025

Hoy es el Día Nacional del Payaso y, aunque muchos asocian esta figura con espectáculos, globos y risas, en la Aeronaval representa algo más profundo: una misión con vocación y alegría.

En una institución donde el uniforme refleja disciplina y autoridad, hay un hombre que, además de su formación, aporta compromiso, empatía y muchas carcajadas. Su nombre es Eric Echeverría, mide 1.85 metros, es sargento segundo del Servicio Nacional Aeronaval, y cuando se pone su peluca de colores, su vestido pintoresco y transforma su rostro maquillándolo y adornándolo con un toque rojo en la nariz, deja a un lado el protocolo para convertirse en Navalito, el payaso institucional que lleva alegría a comunidades apartadas, escuelas públicas y rincones olvidados, y mantiene viva la esperanza por un mundo cada vez mejor.

Navalito nació en octubre de 2023 como relevo de Aeronavalín, su antecesor. Pero más que una transición, fue un renacer. “Surgió de la necesidad de crear un personaje que mostrara el lado humano, integral y divertido de nuestra institución”, cuenta Echeverría, mientras recuerda la primera vez que se puso el traje. “Fue una mezcla de emociones inexplicables. Comprendí que ahora cargaba una nueva misión: llevar sonrisas, fe y alegría a los rostros más inocentes del país”.

Eric no interpreta un papel, vive un compromiso. Cuando no está maquillado, trabaja en la Dirección Nacional de Acción Integral, donde coordina jornadas de apoyo comunitario y actividades de prevención. Su rol en el Departamento de Asuntos Públicos lo ha llevado a conocer de cerca las realidades más duras del país, y es precisamente ahí donde Navalito cobra vida con más fuerza. “Vivo mi día a día como si fuera una película de Marvel. En la mañana soy un profesional con responsabilidades operativas, pero cuando suena la señal de auxilio emocional, me pongo mi traje de superhéroe… el de Navalito”.

Su familia ha sido un pilar en este viaje. Su esposa y sus tres hijos no solo lo apoyan: lo celebran. “Ellos son mis fans número uno. Ven en Navalito un reflejo de lo que soy en casa: alguien que ama ver sonreír a los demás”. También sus compañeros dentro de la institución han sido clave. “Me apoyan, me impulsan, me dicen lo bueno y lo que puedo mejorar. Es un trabajo en equipo, como todo lo que hacemos en la Aeronaval”.
Pero no todo es colorido. Hay historias que marcan, como aquella vez en la comunidad de Balle Riscó, en la provincia de Bocas del Toro. “Llegamos a un lugar donde los niños no sabían lo que era una fiesta, mucho menos un payaso. El impacto fue enorme. Vi cómo sus ojos se encendían con solo vernos llegar. Fue uno de los momentos más poderosos que he vivido. Ahí entendí que lo que hacemos vale cada minuto, cada esfuerzo, cada kilómetro recorrido”.

Para Eric, llevar alegría a comunidades de difícil acceso es más que una actividad complementaria: es una extensión del servicio público. “Se requiere tiempo, preparación y mucha vocación, pero no hay nada como ver la transformación de un niño que empieza el día serio o temeroso y lo termina riendo a carcajadas. El humor también es una forma de proteger a nuestra niñez, de alejarla del riesgo social, de hacer prevención desde el afecto”.

Hoy, al celebrarse el Día Nacional del Payaso, Navalito no busca aplausos, sino conexión. “A todos los niños y niñas que me esperan cuando llego con mi maleta de colores, les digo que nunca dejen de soñar. Que crean en ellos, que no pierdan la ilusión. Y que recuerden que los héroes también pueden hacer reír”.

Porque en la Aeronaval, servir también significa abrazar, escuchar y compartir una risa. Y Navalito es prueba viva de que, a veces, la forma más poderosa de proteger… es alegrar.